¿El dolor por la muerte de un ser querido es para toda la vida?, Por: Dr. Hugo Castelblanco

 ¿El dolor por la muerte de un ser querido es para toda la vida?

Por: Dr. Hugo Castelblanco

hugo.castelblanco@gmail.com


Narra Elizabeth Kübler-Ross en su último libro
“Sobre el duelo y el dolor”, realizado con el apoyo de David Kessle y el cual
fue terminado poco antes de su muerte y publicado el mismo año, (Ed. Luciérnaga
2004 pág. 167):

En una
charla, una mujer llamada Meredith compartió su historia. Un día, los amigos
de Meredith le dijeron que no era ella, que qué le pasaba. Les explicó que
era el vigesimoquinto aniversario de la muerte de su madre. Uno de sus amigos
le preguntó de forma inocente:

         
¿Todavía te entristece después de veinticinco años?           

         
No me derrumbo, y me siento curada, pero no olvido — contestó
Meredith.

Y comenta
luego Elizabeth:

“Ella
recuerda a la madre que tuvo y todavía llora por la niña que perdió la
inocencia tan pronto.La realidad es que estarás siempre en duelo. No
«superarás» la muerte de un ser querido, pero aprenderás a vivir con ella. Te
curarás, y te reharás alrededor de la pérdida que has sufrido. Te sentirás
pleno de nuevo, pero nunca volverás a ser el mismo. No serás el mismo, pero
tampoco querrás serlo.”

 

En principio
debemos afirmar que no compartimos esta opinión de Elizabeth Kübler porque la
consideramos completamente contraria a nuestra propia experiencia personal y de
acompañamiento a miles de personas en duelo, durante más de 30 años. Sin duda
este desacuerdo es debido a que especialmente en la última década de este siglo
se han realizado avances significativos en el manejo del duelo, pasando del
concepto reactivo: Etapas del Duelo al proactivo: Tareas del duelo.

 

Hoy podemos
afirmar que mediante un trabajo estructurado y comprometido basado en la Toma
de Decisiones
, el dolor generado por una pérdida significativa como lo es
la de un ser querido, no solo se supera sino que se trasciende, lo cual supone
que no solo se sana plenamente, sino que además puede dar lugar a lo que se
conoce como Crecimiento Postraumático
,(Tedeschi & Calhoum) un
efecto plenamente demostrado en donde el duelista experimenta cambios positivos
en tres categoríaS:

 

1.      Cambios en sí
mismo
(aumento de la confianza en las propias capacidades de
afrontamiento y aumento de la autoestima)

2.      Cambios en
las relaciones interpersonales
(fortalecimiento de sus redes
sociales, mejoramiento de la unión familiar y de pareja y fortalecimiento de
los sentimiento de compasión y empatía hacia quienes necesitan ayuda)

3.      Cambios en la
espiritualidad
(trasformación radical en aquellas ideas que tienen que ver con
la espiritualidad, la moral y los valores)

 

Es inegable
además que el ser querido que fue motivo de nuestro duelo, nunca se olvide y
que su memoria reciba un sitio privilagiado en nuestra mente y en nuestro
corazón, pues la relación con él no termina con la muerte. Esto significa que
se fortalece en la medida en que deja de estar basada en el apego y pasa a
convertirse en una experiencia de amor incondicional que no reclama la
presencia del amado para seguirlo amando.

 

Lo anterior
hace posible que se continúe experimentando un sentimiento de nostalgia que
guarda el sabor matizado de los buenos vinos y que si bien, puede invitar a las
lágrimas estas serán preludio de “Anhelo de reencuentro” para el creyente y no
causales de sufrimiento. Para el no creyente, la evocación de los muchos
momentos gratos que vivieron juntos, contribuirá a forjarle nuevos retos y a
darle un mayor sentido a su vida.

 

Finalmente
comparto con Elizabeth Kübler el concepto de que luego de la muerte de un ser
querido, ya nunca más seremos los mismos y ojalá, nunca deseemos serlo; ya que
de lo que se trata es de CRECER, de cambiar para ser cada día un mejor ser
humano como una respuesta al reto que nos planteó el dolor y como un homenaje a
la memoria de nuestro ser querido.

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