¿El tiempo lo cura todo?. Por Julián Castelblanco

¿EL TIEMPO LO CURA TODO?
Por: Julián Castelblanco
julian@cuandoelduelopregunta.com

El tiempo es un excelente
cicatrizante, si previamente hemos sabido administrar el antibiótico correcto.
De lo contrario, el tiempo será el mejor aliado para que la infección prospere.

 

Igual sucede con el duelo.
El proceso de duelo es fundamentalmente un compendio de decisiones enfocadas a
no solo a poder recordar sin dolor, sino, sobre todo, a reformular nuestro
sentido de vida, haciendo de nuestra existencia algo más profundo, con mayor
sentido en honor a los lazos de amor que nos unen a nuestro ser querido, para
lograr trascender nuestro duelo.

 

Con frecuencia nos
consultan con algo de angustia: ¿Cuánto tiempo debo esperar para que este dolor
pase?; a lo que tratamos de responder con asertividad: Busca primero centrar tu
interés en las decisiones, antes que en el tiempo.  Son las decisiones las que determinan la
evolución del proceso… y entonces, el tiempo hará su trabajo.

 

¿Qué decisiones?: todas
las que puedas, desde las más sencillas y cotidianas como levantarse,
arreglarse, salir a caminar, aceptar una invitación, comer, leer… reír; hasta
las más complejas como decidir dejar de estar triste, perdonar, aceptar,
desarrollar un nuevo conocimiento o habilidad, o incluso, reformular tu
proyecto de vida.

 

Cada decisión que tomes
durante el proceso de duelo importa. Cada iniciativa que decidas emprender será
fundamental para avanzar y reconstruir tu vida, ahora por ti y también por
rendir homenaje a tu ser querido a través de tu existencia. Dignificar su
presencia en tu corazón. ¿Significa entonces que debemos evitar llorar?,
significa entonces que debemos dar tiempo a cada emoción y acción en su justa
medida. Si en algún momento de nuestro proceso sentimos la necesidad de llorar
intensamente, deberemos entonces sacar lo mejor de nuestras lágrimas. Así mismo,
si un día llega un recuerdo, o una visita, o un comentario que pudiera forzar
una sonrisa, entonces, podremos decidir abrir espacio para la felicidad de
manera franca y sincera, sin culpa alguna. Son las decisiones el centro de
nuestro proceso y entonces el tiempo será nuestro aliado.

 

Al respecto me gustaría
compartir un hermoso pasaje de la Biblia, del libro del Eclesiastés, que con
frecuencia es esclarecedor:

 

 

Todo tiene su tiempo

“Todo
tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora. Tiempo de nacer, y
tiempo de morir; tiempo de plantar, y tiempo de arrancar lo plantado; tiempo de matar, y
tiempo de curar; tiempo de destruir, y tiempo de edificar; tiempo de llorar, y
tiempo de reír; tiempo de endechar, y tiempo de bailar; tiempo de esparcir
piedras, y tiempo de juntar piedras; tiempo de abrazar, y tiempo de abstenerse
de abrazar; tiempo
de buscar, y tiempo de perder; tiempo de guardar, y tiempo de desechar; tiempo de romper, y
tiempo de coser; tiempo de callar, y tiempo de hablar; tiempo de amar, y
tiempo de aborrecer; tiempo de guerra, y tiempo de paz. ¿Qué provecho tiene
el que trabaja, de aquello en que se afana?

10 Yo he visto el trabajo que Dios ha dado a los hijos de los hombres
para que se ocupen en él. 11 Todo
lo hizo hermoso en su tiempo; y ha puesto eternidad en el corazón de ellos, sin
que alcance el hombre a entender la obra que ha hecho Dios desde el principio
hasta el fin. 12 Yo
he conocido que no hay para ellos cosa mejor que alegrarse, y hacer bien en su
vida; 13 y
también que es don de Dios que todo hombre coma y beba, y goce el bien de toda
su labor. 14 He
entendido que todo lo que Dios hace será perpetuo; sobre aquello no se añadirá,
ni de ello se disminuirá; y lo hace Dios, para que delante de él teman los
hombres. 15 Aquello
que fue, ya es; y lo que ha de ser, fue ya; y Dios restaura lo que pasó.”

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