Tomar decisiones para trabajar el duelo. Por Beatriz López

TOMAR DECISIONES PARA TRABAJAR EL DUELO
Por: Beatriz López
Chatalopez2@hotmail.com

Queridos amigos:

 

Hace 31 años, cuando murió mi
hijo Hugo Alejandro, por mi cabeza no había pasado la palabra duelo y mucho menos, la forma de
trabajar el dolor por la muerte de un ser querido. Creo que la forma en que ha
estado presente Dios en mi vida, fue precisamente cada vez que motivó la
actitud que debía asumir ante ese inmenso dolor.

 

Yo inicié tomando decisiones
inmediatas. Traté de encontrarle sentido a esa muerte absurda, me hice
infinidad de preguntas: ¿Por qué a mí?,
¿Qué hice de malo en mi vida para sufrir este castigo?, ¿Qué debo hacer para
que me pase este dolor?;
y muchas más que no lograban encontrar respuestas
en ese momento. Pienso que mi instinto de conservación me impulsaba a actuar.
Lloraba, me desesperaba, pero me movía.

 

Siento además que siempre recibí
la ayuda de mi hijo, porque pensar en lo que él quisiera que debía hacer yo, me
indicaba el camino: nunca vestí de negro, él no hubiera querido verme así, si
él era luz y alegría; celebré con su recuerdo mis navidades, para él eran
fechas de unión en familia y regocijo; traté siempre que mi actitud preservara
la sonrisa que él me regalaba cada día. Estas fueron las primeras cosas que
decidí hacer, sin pensar siquiera que el trabajo de duelo estaba hecho de
decisiones.

 

Preferí siempre enfrentar todos
mis actos, aunque dolieran. Pienso que eso contribuyó a que poco a poco se
calmara mi dolor. Arreglé su cuarto, vi sus fotos y videos, salí a agradecer el
amor de los amigos, me bañé y arreglé como siempre, conté y conté su historia
por doquier una y mil veces. No fue fácil, lloré, grité, me rebelé ante la
vida…, quise morir; pero tomé decisiones. Cada vez que repetía esta forma de
actuar…, dolía menos. Estoy convencida que todo depende de uno mismo. Nadie
puede hacer el duelo por nosotros.

 

Mi duelo estuvo lleno de
decisiones, algunas de ellas de importancia extrema, como trasladarme a otra
ciudad yo sola, buscando mi trabajo, a los dos meses de su muerte. Siento que
esa fue una de las más importantes. Ahora lo pienso y me digo: ¿Cómo fui capaz
de hacerlo, dejando a mi esposo y a mi hijo solos, si ellos eran mi apoyo?,
pero el resultado fue correcto…, todavía no lo entiendo. Lloraba y trabajaba.
Ahora puedo dar fe a muchas personas que sufren una pérdida, que la palabra decisión
es la más importante en un proceso de duelo. No lo piensen demasiado, razonen,
compartan y decidan, aunque duela. Nunca me imaginé que el dolor pudiera traer
algo positivo a mi vida. Aprendí que todo lo que quiero hacer, se basa en mi
capacidad de decidir, y no a largo plazo, sino de inmediato.

 

La experiencia me dice que no hay
que esperar demasiado mientras media el sufrimiento, sino que debemos actuar
reflexiva y oportunamente. Razón tenía Hugo Alejandro en su primer mensaje a
los 15 días de su muerte, cuando escuchamos en la radio el canto de un joven
acompañado de su guitarra, como él solía hacerlo:

 

“No lloren por mi, hagan de su pena un carnaval, conviertan sus
lágrimas en una sonrisa, que poco a poco, todo irá siendo solo un recuerdo…,
Hagan de su pena un carnaval”

 

Y así fue, un recuerdo doloroso,
pero fecundo que nos ha traído inmensas satisfacciones tales como el permitirnos
ver la sonrisa de una madre cuando decide decirle “sí a la vida”, luego de la
muerte de su hijo. Gracias amigos por escuchar mi alma…

           

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