DESDE EL CORAZÓN DE LA CHATA

Amigos queridos:

Gracias por detenerse a escuchar mi corazón. La verdad, cada uno de ustedes hace parte de él. Cada vez que una madre me comparte su dolor, me permite acercarme a su sentimiento y lo hago con inmenso amor y responsabilidad. Esto es para mí una verdadera bendición. Doy gracias a mi Hugo Alejandro por ayudarme a llegar al corazón de esa madre.

Cuando lloraba su ausencia, creía que era la única que experimentaba ese dolor profundo, pensaba que era castigada por algo grave que había cometido y quería morir por ello. Cuán equivocada estaba, muy pronto tendría la oportunidad de comenzar a comprender la vida tal como es, y no como yo deseaba que fuera. 

En el transcurrir de estos 32 años, he formado parte de tantas madres en el mundo que lloran la ausencia de sus hijos, y esa experiencia, ha dado claridad a mi dolor. No fui castigada, no soy culpable, no soy la única que la ha vivido, no morí a causa de ella; simplemente, la vida es así, libre y sorprendente…, y en ella pasan cosas. Experimenté la felicidad de traer un hijo al mundo y también el dolor de entregarlo, cuando la vida (y no la muerte), lo reclamó de nuevo, luego de haberme regalado su presencia física durante 19 años.

Ahora, debía tomar infinidad de decisiones, algunas muy dolorosas, para rescatarlo de mi propia oscuridad y llevarlo a la luz que ahora lo invadía todo. Debía entronizarlo en mi corazón para fundirlo por siempre a cada momento de mi vida, a cada palpitar de mi corazón. 

Esta experiencia de dolor y transformación no fue un episodio más, no era justo que me invadiera, me dejara “sin piso”, y luego me permitiera continuar la vida con una triste resignación. No, mi hijo era y es, un ser extraordinario, murió para ayudarme a redimir mi vida, no para destruirla. Debía entonces iniciar mi proceso de duelo como él lo merecía, mi humanidad se retorcía de dolor y lágrimas, pero cada día estaba segura de encaminarme a transformar mi dolor en eterno amor. Ahora era necesario tejerle un nido en mi alma para no dejarlo ir.

Lejos estaba de comprender plenamente el significado de la tarea que debía emprender. Nadie podía indicármelo con claridad, pero ya presentía que era necesario tomar diferentes decisiones si deseaba salir adelante.

Mi duelo se fue realizando de manera fluida y poco a poco fui retomando la vida con muchas lágrimas, rabia, rezos, abrazos, compañías, pero con una meta clara: mi hijo no era mi verdugo, era mi guía, mi transformador, mi luz y una poderosa presencia espiritual que invadía de reto y serenidad cada minuto de mi vida.

Pronto, vi los resultados de mi lucha. Ahora, debía compartirlos con otros duelistas para hacer que su transitar por el camino del dolor fuera más claro y esperanzador. Era necesario compartir esta experiencia con tantos hermanos de vida que sufren la pérdida de un ser amado, para ello, sumamos las experiencias y las decisiones de padre, madre y hermano; eran las decisiones de una familia, la nuestra, que se comprometía a difundir consuelo y esperanza por el mundo. Un día, nos confundiríamos en un amoroso abrazo con nuestro Hugo Alejandro.

Allí nacieron “Las 15 Tareas de Duelo”, vividas en “carne propia”, con un maravilloso resultado: Transformar el dolor en amor.

Amigos, siempre estaremos dispuestos para ustedes, mientras permanezcamos en este espacio-tiempo. Este es nuestro compromiso de vida.

Los quiero con el alma.

La Chatita

1 comentario en “DESDE EL CORAZÓN DE LA CHATA”

  1. Saludos Chatita.
    La Paz de Cristo sea con usted y sus seres queridos.
    Cuanta verdad hay en sus palabras!
    Sus experiencias vividas ante la pérdida de su hijo, son las mismas que vive cada madre, independientemente la forma en que haya partido ese hijo amado.
    Cuando perdí a mi hijo por suicido, experimenté todas esas emociones, y me enojé mucho con Dios.
    A los 6 meses de estar consumiéndome por el dolor, comencé a tomar decisiones, que a mi entender serían las que me ayudarían a seguir adelante.
    Muchos pensaron que estaba perdiendo mi memoria, pero no era así. Aunque mi corazón sangraba profundamente y no podía borrar las imágenes de ver el cuerpo de mi hijo sin vida, me propuse firmemente continuar adelante.
    Comencé a dar apoyo a las madres que pasaban por ese mismo dolor. Ofreciéndole mis oídos para ser escuchadas y pudieran manifestar su dolor, dándole ese abrazo tan necesario en esos momentos.
    Esa decisión de apoyar a otras madres me ayudo en gran manera a que mi dolor disminuyera.
    Fue cuando inicie una búsqueda espiritual para comprender los porque de las interrogantes que me habían surgido. Me realicé como Tanatologa, obtuve una certificación en Suicidiologia, fui certificada para representar a la Red Mundial de Suicidiologia en mi país hasta el día de hoy. También me certifique con ustedes en las 15 Tareas. Curso que recomiendo a todos los que asisto en su proceso de duelo, ya que sus experiencias son de gran ayuda.
    Y el curso es extraordinario!
    Les admiro mucho a los tres.
    Y me identifico con usted chatita, con sus vivencias como madre.
    Deseo que el nuevo año 2024 pronto a comenzar sea de grandes bendiciones para todos ustedes.
    Que Dios les otorgue mucha salud, para que continúen en tan bello propósito de vida.
    Muchas bendiciones, y muchas FELICIDADES para el nuevo año!

    Respetuosamente,
    N Melendez

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