Cómo se presenta he influye la ambivalencia afectiva en cuidadores informales de adultos mayores ante procesos de pérdidas y duelo

Por: Ivannys Alexka Cappas Pérez

ivannyscappas@pucpr.edu 

Puerto Rico

La ambivalencia afectiva se puede definir como la coexistencia simultánea de dos tendencias, actitudes, afectos, sentimientos y comportamientos en un mismo individuo, sin que uno desplace al otro. Básicamente se dirige a impulsos antagónicos en la psique. La ambivalencia afectiva también indica un conflicto entre la presencia de sentimientos positivos y negativos hacia determinada persona o situación. Por ende, en un sentido social, es una mezcla de elementos emocionales y sociales. En la mayoría de los casos, la ambivalencia afectiva surge como resultado de fobias y ante procesos de pérdida y duelo. Ante esto, la ambivalencia afectiva forma parte de una estructuración del psiquismo que la simplifica como un mecanismo de defensa límite y como la alternancia y dificultad con las emociones y pulsiones inconscientes. Ninguna persona está exenta de experimentar emociones ambivalentes a lo largo de su vida. Sin embargo, existe un sector poblacional que es vulnerable, que se acrecienta día con día y que se enfrenta no solo a dificultades físicas, sino también al deterioro psicológico. Esa población son los cuidadores informales de adultos mayores. Cuando se habla de cuidadores informales de adultos mayores, se hace referencia a cuidadores que bien pueden ser familiares o amigos de la persona bajo su cuidado. Es decir, que no reciben compensación o remuneración económica por brindar los cuidados. La mayoría de los cuidadores informales ejercen su rol como cuidadores, ya sea por lealtad, retribución, presión social, compromiso, costumbre o por obligación. Estudios han comprobado que su proceso físico, emocional y social se puede ver seriamente afectado tras ejercer su rol. Ser cuidador es una actividad intensa y prolongada, que genera muchos cambios y procesos de pérdida y duelo.

A su vez, se exponen a experimentar sentimientos variados que aumentan según lo prolongado y avanzado de su rol y que repercuten seriamente en su salud emocional. 

Los cuidadores informales de adultos mayores pueden enfrentar estrés inmediato que, en la mayoría de los casos, los lleva a un deterioro en sus funciones cognitivas que interfieren en el cuidado y la asistencia que brindan al adulto mayor. Asimismo, influyen negativamente en su salud emocional, la sobrecarga, la falta de apoyo social y la falta de autocuidado. Cabe destacar que muchos de estos malestares, pasan desapercibidos a causa de la responsabilidad de cuidar. Existen un sinnúmero de emociones y sentimientos que pueden acompañar a un cuidador, entre los que se destacan: soledad, tristeza, culpa, miedo, ira, frustración, impotencia, incertidumbre, desánimo, ahogo, agobio, desesperanza, sentimientos de pérdida, desamparo, sentimientos de sacrificio, angustia e incluso, sensación de sobrecarga. Es importante resaltar que la sobrecarga, junto a la presencia de emociones y sentimientos contradictorios, genera la ambivalencia afectiva.Un cuidador puede generar una ambivalencia afectiva ante el vínculo positivo de lealtad al adulto mayor y el secuestro de las propias necesidades vitales y relacionales que, con frecuencia, lleva a los cuidadores a fantasear con la muerte del familiar que tienen bajo su cuidado. Incluso, un cuidador puede experimentar un duelo anticipado, ante el activo de pensamientos y emociones que entran en contradicción. Los cuidadores enfrentan el cambio de la relación que llevaban con el adulto mayor y de los planes que habían trazado para su propia vida. También, experimentan la pérdida del tiempo para sí mismos y el cambio abrupto a lo que eran sus rutinas diarias. Sin embargo, no siempre las pérdidas son claras y están bien determinadas.

En algunos casos, los efectos pudieran ser inconscientes, pero siempre inciden. A veces, son ambiguas y estas suelen ser las más estresantes. Es importante denotar que en lo que respecta al cuidador, las emociones ambivalentes derivan en poca satisfacción, cuando reflexionan en que lo que están haciendo es muy agotador y extenuante, pero adecuado para el adulto mayor.  Plagados de sentimientos contradictorios, a menudo se encuentran en un estado de tensión interna. Los procesos de pérdida y duelo, se sabe que conforman parte de la condición humana. Sin embargo, para los cuidadores informales, al igual que para otros duelistas, suponen un proceso personal. Esto se debe a que cada uno reacciona de diferente manera, de acuerdo con sus recursos y personalidad. Es imprescindible para la superación del duelo, que la persona exprese sin censuras, tal como vive y siente sus emociones. Es importante expresarse, por muy horribles o amenazantes que puedan parecer los sentimientos. Incluso, intentar expresar aquellos que apenas puede reconocer, pero que difieren de las percepciones cognitivas. Un cuidador debe permitirse expresar, amar, cuidar, buscar, hablar, aceptar, identificar, sanar, adaptar, reubicar, crecer, servir, creer, participar y finalmente… agradecer.  Esto le permitirá sentir, comprender y trascender. Nótese que un proceso consciente y estructurado ante alguien que escucha y le acompaña, se convierte en una tarea necesaria para la elaboración del duelo. Le transforma, le dota de proactividad, solidaridad y, sin duda, aporta al bienestar del adulto mayor bajo su cuidado.

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