La relatividad del tiempo en el duelo.

Por: Lina Domínguez
Psicologa, Coach Ontológica y acompañamiento en duelo y grupos de apoyo.
https://linadominguez.com/

El significado del tiempo y su interpretación es muy amplio y complejo para los seres humanos; puede verse desde el punto de vista filosófico, científico, psicológico, cultural o desde la forma de vida que tenga cada persona.  No se puede desconocer lo que ha ayudado a la humanidad el tener una noción sobre el tiempo, para organizarnos en un espacio, así sea el presente, el pasado o lo que pueda ocurrir en el futuro. Nuestra memoria está conectada a eventos que pasaron en momentos determinados, en el desarrollo natural de la vida y, desde que nacemos, está referenciada por etapas, de acuerdo con la edad que tengamos. El tiempo está asociado a metas por cumplir, con fechas determinadas en el calendario y nuestra consciencia entiende que el tiempo es finito en este mundo. 

Cuando una persona transita por un duelo, el tiempo toma unas dimensiones particulares, donde tendrán mucho que ver las herramientas que hayamos aprendido en la vida para restablecernos de las adversidades; de cuánto nos permitamos sentir; del acompañamiento que busquemos (que desde mi punto de vista es clave); de la oportunidad de autoconocernos mejor; de crecer, sanar y ser mejores seres humanos.  Desde el dolor, tenemos una gran oportunidad para transformarnos y modificar nuestras relaciones con los demás.

Recuerdo mucho una frase que mi terapeuta me dijo cuando atravesaba un duelo hace algunos años: “No hay nada que pueda agilizar el proceso de duelo, pero sí hay mucho que lo puede lentificar”.  Esto me llevó a meditar mucho para lograr definir qué hacer con el tiempo durante el duelo. 

Como profesional, al acompañar a personas en su duelo, veo que al principio perciben que el tiempo se detuvo (aunque no es así. El tiempo siempre es el mismo y corre a la misma velocidad, pero su duración la medirá cada cual, dependiendo de las circunstancias, su estado de ánimo o sus expectativas). Poco a poco van despertando de ese letargo, en donde a su propio ritmo y con los recursos que tengan, van dando pasos en el tiempo (algunos muy rápidos, otros lentos y algunos moderados) y cada paso tiene un valor único, porque se logra de acuerdo con el ritmo que se le ha dado.  Descubrir la intensidad del ritmo, es muy valioso para definir la evolución del duelo. Muchos me dicen: “pero por qué me está costando tanto esta tarea” o “por qué me está llevando más del tiempo del que pensé”. Mi ritmo no tiene que ser tu ritmo, ni se trata de atropellar o presionar, pues somos únicos como personas.

 Sin embargo, aquí hay algo muy importante y es la conexión con la nueva vida que esperamos tener, una vez superemos nuestro duelo. Esa mirada en nuestra propia línea del tiempo, nos dará más claridad sobre dónde estamos y cuán lejos estamos de donde queremos llegar.   Es allí donde el tiempo cobra sentido de nuevo y es un llamado para las personas que están en duelo: El tiempo sí es importante, porque marca las etapas de nuestro viaje en este camino llamado vida.

Quisiera cerrar con algo valioso: el tiempo no lo cura todo, es lo que hagamos con ese tiempo lo que hace que la sanación del duelo y nuestra evolución se expanda en quienes somos.  El tiempo, desde donde lo miremos, marca el hoy (el presente) y hasta el día en que estemos en esta tierra.

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