LA VICTIMIZACIÓN COMO BARRERA PARA EL PROCESO DE DUELO

Por: Psico. Milena Casas

ps.casascastromilena@gmail.com

La victimización es un fenómeno psicológico que puede afectar significativamente la capacidad de una persona para lidiar con experiencias traumáticas y superarlas de manera saludable. Este artículo explora cómo las personas, a menudo, caen en la victimización, encontrando un patrón de “recompensa” o “comodidad” en su papel de víctima, lo que dificulta la elaboración de un proceso de duelo saludable. Aquí se analizarán los factores que contribuyen a este patrón y se examina su impacto en la resiliencia emocional y la recuperación.

El duelo y la victimización

El proceso de duelo es una parte natural de la experiencia humana, cuando se enfrenta a la pérdida de un ser querido, una relación, un trabajo o cualquier otro aspecto significativo en la vida. Sin embargo, para algunas personas, el proceso de duelo se ve obstaculizado por la victimización, un estado en el que una persona se siente bajo el control de una circunstancia o acción que les causa daño. 

Mantenerse en el rol de víctima, lleva a una persona a experimentar una constante angustia emocional, donde los sentimientos que tienen una fuerte carga negativa, son los protagonistas de su día a día. De la misma manera, experimentan sentimientos de impotencia, y la sensación de falta de control respecto a sus vidas, les impide tomar decisiones, dándole así el control de la situación al evento de la pérdida. No poder asumir las riendas, no poder decidir frente a una situación que percibimos como dolorosa y mantenerse por un tiempo indefinido de esta manera, puede afectar la seguridad y autoestima de la persona que se victimiza, provocando una gran desolación, que, incluso, puede desarrollar síntomas de depresión y ansiedad.

Esto se convierte en un círculo vicioso y la persona que se victimiza puede o no, ser consciente de eso que ocurre, pero en ambos casos, el individuo aprende de cierta manera a moverse en esta dinámica, interactúa, se relaciona y se proyecta como una víctima, pero no sabe cómo realizar cambios, tomar decisiones asertivas y mucho menos, salir de esa posición. A la larga, esta visión termina afectando diferentes esferas de la persona, ya que la falta de confianza, el buscar la mayoría de las veces sentirse eximido de su responsabilidad emocional, el miedo a volver a sentir dolor, desencadena el desarrollo de relaciones sociales poco saludables, perpetuando el ciclo de la victimización.

Pero ¿por qué decimos que puede existir una zona de comodidad o una recompensa en la victimización si al menos, al leer el párrafo anterior la descripción no nos muestra algo positivo? Para algunos individuos, la victimización puede ser vista como un mecanismo de defensa psicológica y convertirse en una especie de refugio emocional, lo que conlleva a que la persona termine familiarizándose con este rol. Esto puede ser el resultado de diversas influencias, como la atención y el apoyo que reciben las personas en situaciones de vulnerabilidad. 

A medida que una persona comienza a identificarse con el papel de víctima, puede experimentar un cierto grado de gratificación emocional, ya sea en forma de compasión de los demás o una justificación, y así, de cierto modo, no tener que asumir la responsabilidad de sus emociones ante una pérdida o cualquier situación adversa. En lugar de enfrentar activamente los problemas y buscar soluciones constructivas, las personas que se refugian en la victimización, tienden a adoptar una mentalidad de indefensión aprendida, donde creen que son impotentes para cambiar su situación. En cierta medida, esto puede ocurrir si la persona considera que no tiene las habilidades suficientes o adecuadas para enfrentarse a la vida y a sus adversidades, y aunque no lo creamos, esto puede ser aprendido en algún momento de nuestras vidas, cuando internalizamos esos comentarios o señalamientos que hacen otros respecto a nuestras habilidades emocionales con las que asumimos los diferentes retos.

Pero, la victimización, aparte de ser un posible refugio emocional o un mecanismo de defensa, trae otras consecuencias para el individuo en su organismo:

Impacto Bioquímico de la Victimización en el Cerebro

La victimización como un refugio emocional, no solo tiene implicaciones psicológicas y emocionales, sino que también puede tener un impacto significativo en la bioquímica del cerebro. Varias investigaciones han demostrado que las experiencias de victimización crónica o la adopción constante del papel de víctima, pueden desencadenar cambios en la química cerebral, lo que a su vez puede mantener y reforzar este patrón de comportamiento.

  • Activación del Sistema de Estrés: La victimización, a menudo, está asociada con altos niveles de estrés crónico. Cuando una persona se siente constantemente en una posición de vulnerabilidad y percibe que está siendo perjudicada o maltratada, el sistema de respuesta al estrés del cuerpo, que involucra la liberación de hormonas como el cortisol y la adrenalina, puede activarse repetidamente. Este estado de estrés crónico puede tener un impacto negativo en el cerebro, incluyendo la reducción del tamaño del hipocampo, una estructura cerebral clave para la memoria y la regulación emocional.
  • Cambios en la Neurotransmisión: La exposición prolongada al estrés y la victimización, pueden alterar la función de neurotransmisores claves en el cerebro, como la serotonina y la dopamina. Estos neurotransmisores desempeñan un papel fundamental en la regulación del estado de ánimo, la motivación y el placer. La victimización crónica puede llevar a niveles desequilibrados de estos neurotransmisores, lo que puede contribuir a la sensación de placer asociada con el papel de víctima y hacer que sea más difícil para la persona salir de ese patrón.
  • Resistencia al Cambio: Los cambios bioquímicos en el cerebro pueden llevar a una mayor resistencia al cambio. El cerebro se adapta a patrones de comportamiento repetitivos, y la victimización crónica puede volverse adictiva, debido a las recompensas bioquímicas asociadas. Como resultado, las personas pueden encontrar cada vez más difícil abandonar su papel de víctima, ya que el cerebro se ha acostumbrado a esa dinámica.
  • Retroalimentación del Comportamiento: El cerebro también puede reforzar el papel de víctima a través de un ciclo de retroalimentación. Cuando una persona recibe atención, compasión o apoyo emocional en su papel de víctima, el cerebro puede interpretar esto como una recompensa. Esta recompensa bioquímica puede reforzar aún más la identidad de víctima y hacer que la persona busque inconscientemente situaciones en las que pueda mantener ese papel.

Impacto en el Proceso de Duelo

La victimización puede tener un impacto significativo en el proceso de duelo. En lugar de enfrentar y procesar las emociones de manera saludable, una persona atrapada en el ciclo de la victimización, puede utilizar su estado de víctima como una distracción de su dolor. Esto puede resultar en una incapacidad para avanzar en el proceso de duelo y encontrar una resolución sana.

Si todo esto está ocurriendo en la psiquis y en el cerebro, cuando una persona se mantiene en el círculo vicioso de la victimización, entonces, ¿qué se puede hacer?

Superando la Victimización en el Proceso de Duelo

Superar la victimización en el proceso de duelo, requiere un enfoque consciente en la autorreflexión y el crecimiento emocional. Esto puede incluir terapia psicológica, apoyo de amigos y familiares y un compromiso activo con la autocuración. Aprender a asumir la responsabilidad de nuestras emociones y acciones, es esencial para superar el ciclo de la victimización y permitir un duelo saludable.

Salir de la mentalidad de víctima y trabajar para fortalecer la resiliencia emocional, es un proceso que puede requerir tiempo, esfuerzo y apoyo. Aquí hay algunos pasos que una persona puede seguir para dejar de sentirse víctima y recuperar el control sobre su vida:

  1. Aceptación y comprensión: El primer paso, es aceptar que uno ha experimentado situaciones difíciles o traumáticas, pero que eso no define su identidad. Reconocer y comprender lo que ha sucedido, es fundamental para comenzar a sanar.
  2. Busca apoyo: No tengas miedo de buscar apoyo emocional en amigos, familiares o profesionales de la salud mental. Hablar sobre los sentimientos y experiencias con alguien de confianza, puede ser liberador y ayudar a procesar lo que se ha vivido.
  3. Autoconocimiento: Reflexiona sobre las emociones y pensamientos que has experimentado. Trata de entender cómo te sientes y por qué te sientes de esa manera. La autorreflexión puede ayudarte a identificar patrones de pensamiento negativos.
  4. Cambia tu mentalidad: Trabaja en cambiar la percepción de ti mismo. En lugar de identificarte como una víctima, enfócate en tus habilidades, fortalezas y capacidades para superar desafíos. La autocompasión y la autoestima positiva son importantes.
  5. Establece metas: Define metas realistas para ti mismo. Tener objetivos y propósitos de vida, te ayudarán a mantener un enfoque y a sentirte motivado para avanzar.
  6. Aprende a perdonar: Si es posible, considera el perdón como parte del proceso de sanación. El perdón no significa necesariamente reconciliación con quienes te han causado daño, pero puede liberarte del peso emocional que conlleva la falta de perdón.
  7. Aprende habilidades de afrontamiento: Adquiere habilidades para manejar el estrés y las emociones. La terapia cognitivo-conductual u otras terapias, pueden enseñarte estrategias efectivas para lidiar con pensamientos y emociones negativos.
  8. Establece límites saludables: Aprende a decir «no» cuando sea necesario y a establecer límites saludables en tus relaciones y en tu vida en general. Esto te ayudará a evitar situaciones que puedan volver a hacerte sentir víctima.
  9. Cultiva la gratitud: Practica la gratitud al enfocarte en las cosas positivas en tu vida. Mantén un diario de gratitud o simplemente toma un momento todos los días para recordar las cosas por las que estás agradecido.
  10. Busca significado y propósito: Encuentra actividades o pasiones que te den un sentido y propósito en la vida. Participar en actividades significativas, puede ayudarte a sentirte más empoderado y conectado con el mundo que te rodea.

Conclusión

En resumen, la victimización puede ser una barrera significativa en el proceso de duelo, impidiendo que las personas enfrenten sus pérdidas de manera saludable. Comprender los mecanismos psicológicos que contribuyen a la victimización y trabajar para superarla, es esencial para permitir un proceso de duelo eficaz y una recuperación emocional adecuada. La exposición prolongada a situaciones de victimización y estrés crónico, puede desencadenar cambios en la química cerebral que refuerzan este patrón de comportamiento. Comprender estos aspectos bioquímicos, puede ayudar a las personas a entender lo que ocurre y a abordar, de manera más efectiva, la victimización y así promover estrategias de afrontamiento más saludables, que favorezcan la recuperación emocional y la resiliencia.

Finalmente, cambiar de una mentalidad de víctima a una mentalidad de resiliencia, es un proceso gradual y puede requerir ayuda profesional en algunos casos. No dudes en buscar el apoyo de terapeutas, consejeros o psicólogos, si sientes que estás luchando para superar las experiencias pasadas y avanzar hacia una vida más positiva y saludable.

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