RECORDAR CON DOLOR O EVOCAR CON ESPERANZA

Si bien es cierto que por estas fechas de fin de año y celebración, estábamos acostumbrados a festejar su presencia física entre nosotros y a disfrutar al verlos reir, mientras compartíamos esa tortica que con tanto amor habíamos preparado para ellos, hoy pueden convertirse en un motivo para incrementar nuestro dolor. 

El primer cumpleaños sin él, así como las Navidades, me tocó vivirlos en breves días. Hugo Alejandro murió el 27 de noviembre y su cumpleaños lo celebrábamos cada 30 de diciembre. Esa primera fecha, la vivimos en compañía de toda nuestra familia. Decidimos enviar globos al cielo con muchos mensajes de amor. Fue dolorosa para mi esta experiencia, pero los abrazos y el cariño de mi gente, contribuyeron a brindarme el soporte necesario para afrontar esos emotivos momentos. 

El dolor siempre ofrece la oportunidad e impone la exigencia de que debe ser solucionado de inmediato,  con el propósito de poder normalizar su intensidad. 

Al año siguiente, resolví darle un sentido positivo a estas conmemoraciones, pero ahora, atendiendo a su nuevo estado.  Por esta razón, la fecha de su muerte se convirtió en la fecha de celebración de sus nuevos años de vida eterna. De esta forma, pude convertir algo negativo y que me generaría cada vez un nuevo dolor, en algo positivo, que significara el reto de aceptar una nueva y paradójica realidad.

Con las Navidades y aniversarios, me ocurrió lo mismo. Desde el inicio, decidí que no era Jesús solamente el que nacía en mi corazón, sino que lo hacía en compañía de mi hijo. De inmediato, adquirieron un nuevo significado que me permitió celebrarlas en paz.

Queridos amigos, los invito a convertir estas fechas en momentos de gratitud, por la presencia siempre vigente de nuestro ser querido. 

Con inmenso amor,

La Chatita

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