IRA Y DUELO

Editorial

Las 15 TAREAS del DUELO

El día anterior al asalto, mi hermano había pasado la noche en vela junto a mi padre, quien decidió ayudarlo a terminar un trabajo para sus exámenes de fin de semestre de la carrera de diseño industrial. Esa fue la última vez que lo vi en casa. La siguiente imagen que tengo de él en mi mente, es la de su cuerpo postrado en una cama de una Unidad de Cuidado Intensivo, luchando por salvar su vida, después de haber recibido tres disparos en la cabeza y algunos más en el cuerpo. Él luchaba, mientras los médicos esperaban su pronto fallecimiento. 

Unos delincuentes decidieron su destino. ¿Por qué?… Porque así lo quisieron ellos. 

¿Cómo no sentir rabia ante tanta injusticia? ¿cómo no querer destrozar el mundo y sus ocultos rincones? ¿cómo no revelarse ante el absurdo de la existencia humana? ¿cómo no odiar las decisiones de estos delincuentes y su vida misma? ¿cómo no maldecir todo lo que se atraviese en nuestro camino… a los asesinos, a nuestras decisiones cotidianas, a los médicos… a Dios? 

Bajo este contexto, difícilmente podemos pensar que la ira pueda ser un sentimiento injustificado. Todo lo contrario, se presenta como una reacción natural, lógica y necesaria, ante un acontecimiento que sobrepasa la razón. Las emociones son la manera como nuestro cuerpo responde ante lo que sucede en el entorno y nuestro interior y la interpretación que le damos a estos acontecimientos, para darles sentido y soporte. 

Algunas sirven como mecanismos de protección, otras son botones de alerta que nos invitan a ser prudentes o a buscar ayuda, y algunas nos acercan a las personas que se encuentran a nuestro alrededor y fortalecen los lazos que nos unen a ellas. 

En nuestro caso, la ira funcionó como un tubo de escape para drenar las emociones que estaban contaminándonos a partir de una situación que se escapaba de toda lógica. Dicho esto, podemos extraer la primera conclusión: La ira es una respuesta instintiva, natural, sana y necesaria durante el proceso de duelo. 

Ahora bien, formulemos entonces la pregunta clave que invitamos a hacer desde las 15 TAREAS del DUELO: “Excelente, la ira es una emoción natural durante este proceso, entonces ¿qué hago con ella?” 

Lo primero, será darse el derecho a sentirla y expresarla con total y plena libertad. Ante el atentado que sufrió mi hermano ¿alguien podría tener la desfachatez de decirnos que no sintiéramos rabia al saber la noticia? Por fortuna, todas las personas que estuvieron a nuestro lado en aquel entonces, no solo permitieron que manifestáramos nuestras emociones con claridad, sino que muchas nos acompañaron y empatizaron con lo que sentíamos. 

Una vez nos permitimos ese derecho que nos asiste por el simple hecho de existir, se abre la posibilidad de una segunda fase: ¿Hacia dónde encamino la energía acumulada a través de esta emoción? 

Mi padre cuenta que, estando en el hospital, al recibir la noticia, entendió dos caminos: La venganza y el odio, o la reconciliación y la resignificación. ¿Cuál de los dos enaltecía de mejor forma la memoria de mi hermano? ¿cuál de las dos opciones representaba mejor lo que él significó en nuestras vidas? 

No se trata de NO sentir rabia, se trata de abrirle un espacio amplio y suficiente, acoger su visita y, luego, buscar tomar las decisiones necesarias para que esa emoción natural cumpla con su función, sin que se exacerbe; es decir, sin que termine controlando y determinando mis decisiones, sin que se convierta en la única emoción posible. 

¿Decido entonces darle el cuarto principal de mi casa para que me desplace y viva para siempre en mi interior? o ¿ la atiendo como un buen visitante, escucho lo que tiene por decir y luego, cuando sea prudente, la despido con un fuerte abrazo para continuar mi vida, ahora enriquecida y fortalecida por su amistad? La ira, como todas las emociones que experimentamos, tiene algo que contarnos de nosotros mismos, tiene algo que entregarnos. Y como todo obsequio, siempre tenemos la libertad de hacer lo que queramos con él. 

Nuestra invitación, desde las 15 TAREAS del DUELO, es a encontrarnos con toda esta gama de emociones que brindan fondo y sentido a nuestra existencia. Abrirles tiempo y espacio suficiente… a todas, en su justa medida. Todas las emociones son útiles, maravillosas e importantes, tanto que no es justo quedarnos estancados en una sola… A veces llegará la rabia, otras veces la tristeza y, luego, vendrá la alegría o la sorpresa a nuestra casa. Todas son bienvenidas y todas se pueden hospedar un tiempo para poder disfrutar de su compañía… pero como todo visitante, también es prudente que, en algún momento, terminen su visita para poder continuar.

2 comentarios en “IRA Y DUELO”

  1. Estefany Palacios

    Gracias, me encanta como usas la metáfora de las emociones como visitantes a nuestra casa, a la visita se le atiene bien, se les presta atención y tiempo…. si practicamos esto con nuestras emociones gestionarlas sera de beneficio.

  2. AMARILIS MIRANDA TORRES

    Excelente la forma que presenta esta emoción tan natural en los seres humanos ante pérdidas inesperadas y en ocasiones tan trágicas. «Todas son bienvenidas y todas se pueden hospedar un tiempo para poder disfrutar de su compañía… pero como todo visitante, también es prudente que, en algún momento, terminen su visita para poder continuar.»

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