Por: Beatriz López
Chatalopez2@hotmail.com
Queridos amigos y amigas. Llegó el momento propicio en el cual debemos abordar uno de los temas que pueden ser difíciles de gestionar para algunos duelistas: El tiempo de Navidad.
Recuerdo como si fuera ayer, la primera Navidad sin mi Hugo Alejandro, pues esta fue a menos de un mes de su muerte. Nunca imaginé que esos arreglos que estaba realizando con tanta alegría para adornar nuestra casa, se iban a convertir de la noche a la mañana en testigos mudos de mi dolor. En solo un instante quedaron dormidos en un rincón de nuestro apartamento. ¡Qué doloroso momento cuando las luces, la algarabía y la música de Navidad que invadían nuestro hogar, se tornaron en oscuridad, ruido y…silencio! En un segundo, se detuvo mi mundo y mi vida perdió todo sentido.
Mi Hugo Alejandro, quien junto a su hermano Julián Andrés eran los principales motivadores de estas celebraciones, ahora era el protagonista de una ausencia sin posibilidad de retorno. ¿Qué hacer para afrontar estos días y encontrarle un nuevo sentido a mi vida?
Recuerdo que fue entonces cuando decidí hacer lo que mi hijo ausente desearía que yo hiciera, a través de una bella canción: “No lloren por mí, conviertan sus lágrimas en una sonrisa, que poco a poco todo irá siendo solo un recuerdo…, ¡hagan de su pena un carnaval, hagan de su pena un carnaval…! A pesar de que sabía que sería necesario verter muchas lágrimas antes de que aflorara una sonrisa, decidí atender su petición.
Había algo maravilloso en mi entorno que haría posible este trabajo: el poder de la amistad. Así fue, pues nuestros amigos no querían dejarnos solos y nos invitaban a compartir la Navidad con ellos. Para mi era un compromiso con el amor; entonces descubrí que con ellos había momentos para llorar y otros para sonreír y agradecer todo su cariño. Cuando llegaba a mi hogar, tomaba aliento y decoraba mi casa para recibir la Navidad. Sabía que Hugo Alejandro estaría compartiendo silenciosamente esta decisión.
En la versión de la novena tradicional de Navidad que rezamos en Colombia, hay una oración a la Santísima Virgen que dice:
“Soberana María, que por vuestras grandes virtudes y especialmente por vuestra humildad, merecisteis que todo un Dios os escogiese por madre suya: os suplico que Vos misma preparéis y dispongáis mi alma y la de todos los que en este tiempo hiciesen esta novena, para el nacimiento espiritual de vuestro adorado Hijo.
Decidí entonces aceptar esta invitación. Era claro que debía arreglar todo, para el nacimiento espiritual de mi adorado hijo. Sí, ¡también mi hijo nacería espiritualmente, en mi alma y en mi corazón en ese diciembre y su nacimiento debía celebrarlo con “bombos y platillos”, como él lo merecía!
Con esta convicción, poco a poco fui construyendo un nido de amor en mi corazón, para que desde esa primera Navidad, mi hijo volviera a nacer. Ahora lo haría de una manera diferente a la de su primer nacimiento, pero sería recibido con el mismo amor con el que lo recibí aquella vez. Ahora estoy convencida que no se volverá a ir jamás y que me acompañará por el resto de mi vida.
Debo confesarles que no ha sido nada fácil transitar ese camino de aprender a sentir de otra forma las manifestaciones de su gestación espiritual. Ahora, él ya no anidaría en mi vientre, sería parte fundamental de mi alma hasta el día de nuestro reencuentro.
Amigos, esta ha sido la forma como aprendí a vivir cada Navidad de una manera plena, pero diferente, siempre en torno a él, a su música, a su risa, a la comida que le gustaba, a sus recuerdos, a su nueva presencia en nuestras vidas. Eso ha sido suficiente para vivir nuestra vida como él quisiera que la viviéramos.
Les deseo a todos una Navidad plena de alegre serenidad, que les permita disponer sus corazones para el nacimiento espiritual de sus adorados seres queridos.
Con mucho amor: La Chatita