Por Niria Donis Valdés
Tanatóloga y acompañamiento del duelo.
@nanai._niria_matt
Acariciar con el corazón
Hoy me levanté temprano y fui a buscar el árbol más hermoso para adornarlo. Pude olerte en ese aroma a pino que tanto te gustaba.
Recorrí algunos centros comerciales y te encontré en las miradas inocentes de los niños, que hacían fila para hablar con Santa Claus.
Me puse a hornear las galletas en forma de esfera y el calor del horno me recordó lo cálido que eran tus abrazos.
Encontré las nochebuenas de color rojo brillante que te gustaba colocar dentro de casa. Y las compré.
Fui a una reunión con amigos, hicimos un intercambio de regalos y ¿Sabes?, recordamos muchas anécdotas junto a ti. Sí, hubo lágrimas, pero también hubo muchas risas y agradecimiento.
Me tomé ese chocolate caliente que era tu preferido y en cada sorbo, recordé tus risas, tus abrazos, tus miradas. Y me dije: tu existencia es para honrarla, mientras me quede vida, viviré agradecido por haberte tenido y celebraré todas y cada una de las épocas del año recordándote, porque no te fuiste, solo te mudaste a un lugar especial, muy especial, dentro de mi corazón.