Por Marisol Escobar Sierra escobarsierra@gmail.com
y Psic. Lina Domínguez
Psicóloga/Coach Ontológica y acompañamiento del duelo.
https://linadominguez.com/
Lina: Las épocas navideñas son fechas que traen alegría y nostalgia, nos invitan al recogimiento, a volver a casa en familia para a compartir con nuestros seres queridos, donde su compañía nos recarga y nos reconecta con lo valioso en la vida. Cuando alguien parte definitivamente, necesitamos prepararnos para pasar estas fechas y qué mejor que rodearse de personas hermosas. Por este motivo, quise invitar a Marisol Escobar Sierra, para que juntas, escribiéramos a dos manos nuestro aporte para esta Revista en estas fechas decembrinas que se avecinan.
La vida nos unió a los pocos días posteriores a la muerte de su hija y tuve el honor y fortuna de acompañarla profesionalmente en su duelo como sobreviviente de una pérdida por suicidio. Marisol es una mujer con vocación de servir. Admirable, resiliente, amorosa, generosa, bondadosa, comprometida con su proceso, con un alma transparente y mucha dulzura en su corazón. Su testimonio lo encuentro de gran valor, pues ella, muy amorosamente, aceptó mi invitación, porque su ejemplo considero que puede ser de inspiración para cualquier persona que lo necesite en esta época o en cualquier momento de su vida.
Juntas preparamos estas líneas, con un profundo respeto, amor y una necesidad de servir, sentimiento que ambas atesoramos. Cada día entendemos mejor que ningún ser humano puede con todo y que, en algún momento de la vida, necesitaremos de otro ser humano para contenernos y ayudarnos a levantar, para seguir caminando en la vida. El acompañar o ser acompañados, es vital en situaciones de duelo, pues estoy convencida de que nadie debe pasar sola(o) en estos momentos. Así, aunque seamos diferentes, pensemos diferente y tengamos posiciones que nunca entendamos, nos unen más cosas que las que nos separan y el dolor por el duelo es una de ellas. Si estás leyendo estas líneas y te encuentras en esta situación, alza la mano y pide ayuda. No estás sola(o).
Marisol: Para las personas que hemos tenido la pérdida de un familiar cercano, la proximidad de la Navidad puede llenarnos de ansiedad, temor, tristeza y habrá quien sienta terror por las celebraciones navideñas, siempre llenas de alegría, regalos, un compartir entre risas, comidas diversas, adornos coloridos, luces por doquier, música, copas que se unen para brindar por lo que fue y lo que será en el año que se avecina. El sentimiento que primero aflora en nuestro ser, es la idea de que no tenemos el derecho ni el motivo para celebrar y, si de pronto una sonrisa se nos escapa del alma, nos sentimos culpables por reír, cuando todos esperan de nosotras(os) que el luto sea nuestro principal vestido y nuestra carta de presentación.
Soy madre de una única hija que nació cuando yo apenas era una adolescente, estudiante de colegio, que solo sabía de labores escolares. Desde el primer momento en que supe que estaba embarazada, mi vida cambió, se llenó de ilusión y alegría. A pesar de que fui madre soltera, no puedo describir la felicidad por ese ser maravilloso que la vida me regalaba y fue allí, justo en el momento en que la vi nacer, que mi vida tuvo un sentido y una razón de ser. Crecimos juntas, la acompañé a gatear, celebré sus primeros pasos, la llevé a mi universidad en fines de semana y entre tizas y pizarras, me acompañó a clases; con su cuaderno de colores, tomó las primeras notas, dibujando lo que había en el tablero, sin saber que aquello eran complicadas fórmulas estadísticas, que aquella pequeña niña de cuatro años no entendía.
Nati y yo tuvimos una estrecha relación de madre e hija: nos unió siempre una gran amistad, un respeto profundo de la una hacia la otra y la empatía y compasión fueron siempre permanentes. Éramos cómplices, compartimos los secretos más recónditos de nuestras vidas, los miedos, alegrías y un profundo amor. Ese amor que siempre nos hizo sentir que teníamos un hogar donde quiera que estuviésemos juntas. Para el año 2015 se graduó con honores como médica general y en 2019 recibió su grado como médica especialista en anestesiología y cuatro años después, tras unos intensos meses, puso fin a su vida el 27 de abril del 2023, marcando para siempre lo que fue para mí, la fecha más devastadora de mi vida y el inicio de un aprendizaje sobre la estigmatización que trae esta situación y de lo importante que es, como sociedad, aprender a acompañar en ese momento. Ella era mucho más que la forma en que decidió morir y aunque su cuerpo no está presente, su esencia está en todo lo que me rodea. Ella vive en mí de una forma diferente. Siempre pensé que, cuando ella faltara, ese día mi vida también terminaría allí.
Las Navidades para nosotras, solían ser llenas de alegría y preparativos para la Nochebuena. Recuerdo que en los últimos años preparábamos para la cena una tabla de carnes, quesos, frutas y panes y a la luz de las velas encendidas, tomábamos vino e intercambiábamos regalos. Era nuestro día especial.
Mi primera Navidad sin ella, se convirtió en el reto más difícil: No quería ver a nadie ese día, solo quería estar a solas y llorar, añorando que mi hija estuviera a mi lado y para eso me preparé con anterioridad, evadiendo cualquier invitación. Pero esta decisión cambió, justo cuando se acercaba la fecha navideña. Decidí ver este momento con otra perspectiva: Desde el AMOR, esa pequeña palabra que encierra quizás el sentimiento más puro, grande y transformador, capaz de volvernos a la vida y seguir aquí para el mundo. Y contra todos los pronósticos, opté por pasarla en familia.
Con gran sorpresa descubrí que tenía muchas razones para alzar mi copa y chocarla contra otras para agradecer: Agradecí por esos casi 32 años que pude compartir con el ser más maravilloso que haya podido conocer, por las alegrías que me dio, por haber sido escogida para acompañar a esa preciosa bebé, niña, mujer, médica, hija, amiga y compañera de viaje, que me hizo sentir que vivía y que me dio el regalo de crecer como persona y preocuparme por ser cada día mejor para ella y para el mundo. Eso, amigos, es un regalo invaluable que por siempre atesoraré en mi alma y me recordará que, gracias a ella, conocí el amor en todas sus expresiones. Por esto estaré por siempre muy agradecida.
El haber tomado la decisión de no estar sola, de dejar que mi ser se sintiera acompañado y amado por los demás, marcó una diferencia infinita que me invitó a dar y recibir amor; que me ayudó a entender que juntos, en familia y entre amigos, somos más fuertes; que el dolor se hace más liviano cuando nos ayudan a cargarlo; que cuando nos abrimos al mundo y nos mostramos vulnerables, somos y nos sentimos más humanos; que nuestro dolor siempre va a estar allí en el fondo de nuestro corazón, pero allí también estará una llamita encendida que nos recordará que la luz de aquella persona amada que hemos perdido, eternamente estará iluminando nuestro camino. En estas fiestas los invito a abrazar y dejarse abrazar, pues desde mi alma, sentí que la mejor forma de honrar a nuestros seres amados que partieron, es continuar viviendo desde el amor y qué mejor época que la Navidad para compartirlo.
Cierre a dos manos:
La Navidad, con su luz y calidez, puede ser un desafío profundo para las personas que atraviesan un duelo por una pérdida significativa. Permitirnos vivir este duelo de una manera saludable, sincera y libre, es un acto de amor hacia nosotras(os) mismas(os) y hacia quienes ya no están físicamente con nosotros. Reconocer el dolor, buscar apoyo de quienes nos rodean y encontrar maneras de honrar la memoria de esa persona, son decisiones que nos permiten sanar y mantener enseñanzas que vivirán para siempre en nuestro corazón.
Honrar su recuerdo, a través de cosas que hagamos en el presente, es una forma de dar sentido a su legado en nuestros corazones y de honrar nuestra vida. El amor hacia ellas(os) no se pierde, se transforma.
En esta Navidad, recuerda que el duelo y la celebración no son incompatibles. Es posible abrazar el dolor y la gratitud al mismo tiempo, pues en ambos encontramos la fuerza para continuar unidas(os) por el amor que nunca se desvanecerá. Es tiempo para compartir, dar amor y dejar que otros nos amen y nos abracen.
Un abrazo doble que te reconforte. Gracias por leernos.
Marisol Escobar Sierra❤️❤️ y Lina Domínguez González ❤️❤️